miércoles, 11 de julio de 2007

SOLEDAD DE SOLEDADES


Mi alma sube en el viento como un pájaro,

en un solo latido en mi pecho esta mi llanto.

Soledad de soledades habita en la montaña

silencio comprimido en una gota de espanto.

La nostalgia me hunde sus fríos dientes.

Alzó mis ojos de pronto tristes por lo herido.

Quisiera levantar todas tus sombras desnudadas

solamente con el dolor que en mi pecho es latido.

En cada noche sembrada de lejanas nostalgias,

¡Estoy lejos de ti, y tan cerca de ti, sin embargo!

mi corazón camina hacia tus manos extendidas

y me arrulló como un niño entre tus brazos.

Por izar nuevamente la proa de tus barcos,

daría mis propios huesos por sanar tus heridas,

por secar el oxido de tus invisibles uvas

y barrer este silencio que tus escaleras camina.

Entrar en cada edificio que aún esta en alto,

y volver a ser en lo que fue un día sólo nuestro.

Con este puñado claro de tristezas sewellina

tornar este presente leve parte de tu sueño.

Bajar tocando cada piedra que nos dio vida

una noche de mayo hasta los pies del campamento,

y hacia tu ramaje de luces alzar la vista húmeda

para llenarnos todo corazón con tu silencio.

El alba que nosotros tactamos tan de cerca,

nacía en las profundas raíces del santo cobre,

y subía como una rosa pura con sus pétalos

por la enredadera oscura de los socavones.

Volver a trepar por tus escaleras hacia la mina,

hacia el perfume del cobre en pulpa transformado,

hacia la cita diaria en el club con los amigos,

o simplemente hacia los brazos que nos cobijaron.

Volver a correr por tus pechos como un niño,

subir a lo más alto del campamento una tarde

y con los ojos clavados en el horizonte lejano

llorar por siempre esta soledad de soledades.

viernes, 22 de junio de 2007

HOJARASCAS EN EL VIENTO SEWELLINO


Cierro los ojos y regreso hasta la estación del tiempo,

soy un pasajero que llega en el tren de la melancolía.

hasta estas escaleras que suben y bajan llenas de huellas

de mineros que suben a ritmo de corazón hasta la mina.

La tarde se desviste en los brazos del crepúsculo

Camino por el olvido que florece en estas ruinas

Recojo ecos que humedecen el silencio de Sewell

y levantan desnudas las sombras de lejanos días.

Como barcos anclados en los muelles de mi pecho

las luces de los edificios en mis ojos son lagrimas.

En la penumbra de los pasillos y rincones hay lunas

que siembran oscuras y abandonadas golondrinas.

Y van creciendo las remembranzas como una hierba

Vuelvo a ser niño entre tantas soledades y nostalgias

Vuelvo a correr tras una pelota, a jugar con un trompo

que como un planeta en mi mano abierta, gira y gira.

Veo regresar a mi padre con su mármol cansado,

su cuerpo olían al cobre y sus manos a piedras frías.

A mi madre doblada en el frió lavadero de cemento

y en los pasillos largos de los edificios la ropa tendida.

Y mientras la nieve lentamente extiende su metal helado

en la ventana mis ojos de niño cuentan sus vetas platinas.

El pito de las doce rebotando en los muros de los montes

y la campana de la escuela llorando bronce libre en la brisa.

Mientras la tarde se llena de grillos que lloran, llueve ¡

Ay, qué profundo oleaje nos humedece las arterias.

En la estación de Sewell parte el tren de los recuerdos,

soy un pasajero más de su largo viaje hacia la nostalgia.